¿Cómo lograr que se pose el vencejo?

¿Cómo lograr que se pose el vencejo?
Los vencejos son pequeños volátiles a los que resulta muy difícil sentar en una silla.

martes, 25 de enero de 2011

Ortografía

¿Hay que enseñar ortografía? ¿Cómo se enseña? ¿Cómo se aprende? Me acuerdo otra vez de D. Sabino. Por los años 70 nos dictaba del Miranda Podadera (Ortografía práctica) unos textos enrevesados, artificiales, en los que se iban trabajando, a machamartillo, las grafías dudosas. El manual lo tuvimos que comprar todos los chicos, y yo lo conservo aún, así que hace una semana, preparando una clase sobre la ortografía de la b para mi grupo de PCPI se me ocurrió consultarlo. Busqué, sobre la b/v, uno de esos dictados . Mi idea era quizás aprovecharlo como texto para que mis estudiantes del PCPI, observando el uso de esas letras,  indujeran las reglas que lo rigen. Escogí uno cualquiera y lo leí, al principio, con cierta emoción  (oía también la voz del viejo maestro). Luego, en una segunda y otra tercera lecturas, llegué casi a encanarme de la risa. Me imaginaba a Miranda Podadera tratando de incluir en su escrito el mayor número posible de palabras con b/v, a la vez que trataba de mantenerle el sentido. Copio el texto:

 "En el segundo siglo de la dominación árabe gobernaba en Toledo un mancebo valetudinario, Yusuf-Ben-Amrú. La cólera del pueblo era furibunda, porque el desvergonzado y gamberro púber, en vertiginoso torbellino de vicio, solo atendía al más relajado libertinaje, atropellando en desbocadas orgías y desaprensivos excesos a jóvenes núbiles que burlonamente abandonaba después. En su obtuso cerebro, turbado por la lascivia, ni cabían más que cobardes pensamientos, ni bullían más que bastardas venganzas."

En otros de estos temas de frases de la B y la V, como los llamaba Miranda Podadera, se continuaba, hasta no poderse más, con la historia del gamberro musulmán. Luego venían otras historias, coherentes quizás, pero por poco. Y vuelvo entonces a lo de la enseñanza de la ortografía. Estos ejercicios eran muestra de cómo la enseñanza de la ortografía se desvinculaba del uso natural de la lengua. Pero no parece fácil hacerlo de otro modo, aunque puede que más disimulado. Y ahora, para que se compare, voy a copiar el texto que, para la actividad con mis estudiantes del PCPI, se me ocurrió a mí. Tampoco es muy natural, pero me lo pasé bien escribiéndolo, y algunos de mis alumnos al leerlo también. ¿Se reiría Miranda Podadera cuando escribía los suyos? ¿Y Don Sabino para sus adentros?

JUSTA PROTESTA
Era la prueba de que teníamos razón: todos, absolutamente todos los albañiles fuimos a las protestas. Y ocurrió que bajábamos alborotando por la calle Mayor de Albacete, cuando un grupo de patronos, que habrían prohibido las manifestaciones si hubieran podido, nos abuchearon y nos lanzaron albaricoques de las huertas vecinas. Yo entonces era un chico con mucha sensibilidad y no concebía tanta burla, así que, sin contener la ira que iba subiéndome por la garganta, les grité una sarta de frases sin sentido: "¡Cabéis en una burbuja!; ¡habéis sorbido sopas!; ¡no sabéis beber abuelos!" Comprobé entonces que los patronos quedaban desconcertados y seguí así un rato más, hasta que me cansé.



martes, 18 de enero de 2011

Sobre la caligrafía (II)


La caligrafía se estropea con el tiempo, y el abuso. Rafael Sánchez Ferlosio tiene publicado un ensayo en la desaparecida revista Archipiélago (nº 31. Invierno de 1997) con el título de La forja de un plumífero. Sobre la caligrafía dice que "salva del Alzheimer" y que puso el empeño de recobrarla cumplidos los 50. Para cuando escribió ese ensayo, ya lo había hecho y se sentía orgulloso de ella, pues la tenía "como en sus mejores tiempos". Pero a mí me interesa destacar que a la caligrafía la perjudica el paso de los años, de forma que recuperarla debe de ser como empezar de nuevo. Para escribir con letra hermosa es necesaria la ingenuidad del aprendiz.

domingo, 16 de enero de 2011

Sobre la caligrafía

Se asegura que la enseñanza es comunicación (casi todo lo es, en realidad), de modo que no habrá otro fracaso tan grande para el  que enseña que el de no ser comprendido, entendido, atendido o ser malinterpretado en el aula. Así que cuando tan frecuentemente los estudiantes se me quejan de no entenderme  la letra, la de los ejercicios corregidos y la de lo que escribo en la pizarra (la de la digital también), me siento algo fracasado.Últimamente he aprendido -tan tarde- que la mejor manera de que eso no ocurra es escribir letras desunidas, sin el lazo con el que de pequeños nos enseñan a engarzarlas (ahora me acuerdo de mi gran maestro Don Sabino) y que vamos con el tiempo tensando o relajando según carácter y estado de ánimo. Además he de procurar cerrar completamente el trazo de cada signo, evitar esas "as" que parecen "us" u "os". Tengo que  prestar atención en desplegar como se debe  palabras o letras malformadas o invisibles (puntos, rayas o gurruños). Es un ejercicio muy útil, el de fijarse en ser entendido: requiere pausa y conciencia.Y precisión.